sábado, 14 de mayo de 2011

OPINIÓN// ARTES PLÁSTICAS// ¿Gore = cultura? Sí, queridos

Hannah Mitchell//  Muerte. Esencia del último aliento del alma. Pluma y tinta de las más bellas lecturas. Trazo inequívoco de los lienzos más grotescos. Fórmula del éxito para películas mediocres, pero al fin y al cabo, taquilleras. Muerte : el temor más rentable de la historia de la Humanidad. Fuente inagotable de cultura.

Escalofrío, pena y admiración hacia tal arranque de genialidad (morbosa e incluso demente).
La dama de negro vuelve a pasear su guadaña estos días por la capital en una polémica exposición que huele y sabe a ella, a muerte. Mi afirmación no forma parte de otra treta más por embellecer el lenguaje de un escrito cualquiera. Afirmo que huele y sabe a muerte porque aún me es difícil desprenderme de los sentimientos encontrados que florecieron en mí hace unos años tras asistir a la misma exposición, por aquel entonces, situada en Colón. 

Pieza de la colección de 'Human Bodies'

La exposición, compuesta por una decena de cuerpos completos y cerca de un centenar de órganos reales y tratados con una técnica denominada 'plastinación forman', se podrá visitar a partir de este jueves, en el Al-Place (Pabellón XII) del recinto de la Casa de Campo gestionado, según el Boletín de Madrid Espacios y Congresos consultado por Europa Press.

Bajo un supuesto  fin pedagógico, la muestra transporta a los atrevidos visitantes a un fascinante recorrido por el interior del cuerpo humano. 'Human Bodies', que ocupará la planta alta del Al-Place (Pabellón XII), está estructurada en 8 salas en las que se podrán ver desde el desarrollo humano a los sistemas óseo, muscular, respiratorio, circulatorio, digestivo, nervioso y urinario-reproductor.

Toda una visceral lección sobre el cuerpo humano. En vivo y en directo. Al más puro estilo de las películas gore de “aquellos maravillosos años 90”.
Ignoro por completo la verdadera finalidad de tal arranque de genialidad.
Recuerdo detenerme horrorizada ante ‘la pieza 9’. Allí estaba ella. Llamémosla Carmen. Probablemente de mi edad, de mi misma estatura y ojos azules. Posiblemente fuese una consumidora empedernida de música indie, habitual de los festivales de verano, roedora de libros de literatura judía contemporánea,amante de la obra de David La Chapelle y una de las pocas personas que asistían a la filmoteca a empaparse del arte del blanco y negro. Cabe la posibilidad de que Carmen hubiese sido una devoradora feroz de la cultura. Ahora, la cultura la había devorado a ella. Literalmente.
Dispuesta como esos maniquíes que todos hemos tenido en clase de ciencias naturales, Carmen mostraba al mundo la plenitud de su ser. Del que había sído. Carmen formaba parte de la cultura. Y yo había pagado por verla.
No sé si Carmen seguirá siendo la pieza número 9. Posiblemente sí. Esta vez no iré a comprobarlo.  Pero os animo a todos y cada uno de los asiduos a esta escafandra de papel a que lo hagáis. Quizá, después de vuestra visita podáis contestar a la pregunta inicial de este artículo de opinión. Al hilo de este incómodo tema, el escritor francés François Mauriac me ayuda a sentenciarlo: La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.


Lo gore es cultura, queridos míos.

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